Adaptar la casa para vivir
mejor.
Para la gente anciana, las condiciones de su vivienda son
tan importantes como el estado de salud, y muchas veces las personas mayores de
edad terminan en asilos no porque estén muy enfermas sino porque no pueden realizar
las actividades de la vida diaria.
Carpinteros, albañiles, terapeutas y enfermeras ingresarán a los hogares de 800 ancianos pobres en Baltimore a fin de hacer pequeños arreglos en sus casas, lo que eximiría a los ancianos de ir a hogares colectivos y ahorraría millones de dólares al erario público.
“Unos cambios menores podrían marcar una gran diferencia”, explicó Sarah Szanton, profesora de enfermería en la Universidad Johns Hopkins y directora del proyecto. “No se trata de darles exámenes de salud, sino de exámenes de funcionalidad, ¿qué actividades cotidianas pueden hacer?”
La pérdida de la independencia en uno de los principales temores de la gente de edad avanzada. Pero un sondeo reciente muestra que muy pocos entienden los cambios que deben hacer en sus rutinas diarias para prevenir las enfermedades y el deterioro gradual que afecta a todos los mayores de 70 años.
Cuando se les pregunta sobre cuál sería su situación preferida en la vejez, la mayoría de los estadunidenses mayores de 40 años dice que sus prioridades son tener una casa de un solo nivel sin escaleras, que esté cerca de sus hijos y de sus médicos, según la encuesta entre Associated Press y el Centro de Políticas Públicas NORC.
Sin embargo, lo más probable es que esas condiciones no serán suficientes.
Para Szanton, adaptar las viviendas de los ancianos a sus capacidades particulares es la clave para que las personas de mayor edad conserven su independencia.
El sondeo, llamado Capable tiene como objetivo definir esos parámetros. Tras cuatro meses de estudiar las viviendas de 10 ancianos, el equipo de expertos modificó las residencias — incluyendo remodelaciones ofrecidas sin costo alguno pero que costarían unos mil100 dólares — para ayudar a estos ancianos a vivir con dignidad.
“Uno no piensa en esas cosas”, comentó Hattie Watties, quien lleva 36 años viviendo en su casa en Baltimore, cerca de sus hijos y nietos. “Uno simplemente hace lo que tiene que hacer”.
Para Watties, de 74 años, ello significaba encaramarse en el mostrador de la cocina para alcanzar los platos y vasos. Para bajar al sótano a lavar la ropa, debido a su dificultad para bajar escaleras, tiraba la ropa primero y luego lentamente bajaba.
Eso se acabó: un carpintero, bajó los estantes de la cocina para que Watties pueda alcanzarlos, le instaló un pasamanos en la escalera y le enseñó cómo usar una bombilla de ahorro eléctrico para iluminar la escalera. El artefacto que más beneficio ha dado es una baranda doble para las escaleras, que permite a la persona colocar el peso de los dos lados.
Los carpinteros instalaron nuevas balandras a las escaleras y en el baño, ajustaron la altura del retrete y añadieron barras para sujetarse. Las baldosas del piso que estaban sueltas las reemplazaron y arreglaron la rampa.
En cuanto a la capacidad de llevarse la comida a la boca, la terapeuta Allyson Evelyn-Gustave recomendó un recurso poco conocido: platos y vasos especiales con pesas que contrarrestan el movimiento de las manos.
Los utensilios especiales cuestan apenas 20 dólares y son una de las muchas sugerencias baratas ofrecidas por el sondeo. Hasta ahora la hija de Hough creía que la única solución era contratar a una enfermera para que le dé de comer a su madre, algo que la ella detestaría.
La remodelación de cada vivienda cuesta en promedio 4 mil dólares y tarda unos cuatro meses, incluyendo las modificaciones físicas y los salarios de los contratados. En promedio, el servicio en un hogar de ancianos en Estados Unidos es de unos 6 mil 700 dólares al mes por lo que hasta una demora leve podría hacer incrementar los costos agudamente.
FUENTE : REVISTA VIDA +
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