Cuando el prestigioso arquitecto Jan Gehl visitó Argentina en septiembre del 2015, con motivo de la Bienal de Arquitectura, dejó una frase flotando en el aire que reflejó el carácter innovador que tuvo su obra a lo largo de su vida. “Una ciudad pensada para personas mayores de edad o menores de 8 años es una ciudad más vivible para todos”, soltó el danés, refrendando, con intención o sin ella, el nuevo paradigma “age friendly” con que debemos pensar nuestra sociedad de cara al futuro.
Las calles, las plazas, los mercados y todos los espacios públicos contribuyen a definir el vínculo social de quienes viven en las ciudades. Un rol nada menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, en Argentina, 8 de cada 10 personas viven en urbes: la urbanización es una de las “grandes” características sociodemográficas del país, una cualidad que se irá acentuando cada vez más.
En 2007 la Organización Mundial de la Salud aprobó el marco político de acción “Ciudades Amigables para el Adulto Mayor”, una especie de estructura teórica sobre la cual pensar, diseñar e implementar la ciudad en la cual vivimos y viviremos nuestras vidas. En este sentido, una ciudad “amigable” para la personas mayores considera aspectos como los espacios verdes y las barreras arquitectónicas, el transporte, el diseño de las viviendas, el grado de participación social de quienes la habitan, las estrategias de comunicación, señalización e información, así como los servicios de apoyo estatales, privados y civiles entre otros.
Hoy son más de 1.000 las ciudades que integran la “Red de ciudades amigables del adulto mayor” en el mundo. En Argentina, solo la ciudad de La Plata forma parte de esta red.Para sumar más ciudades a esta tendencia son fundamentales la integración intersectorial y la voluntad política. Los vientos de cambio que soplan en Argentina, sumados a posibilidad concreta de decisiones conjuntas entre la Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires y la Nación, abren una enorme oportunidad.
Como nunca antes, se abre la posibilidad de que los Ministerios de Bienestar Social, Salud y Educación, el PAMI, la Defensoría de la Tercera Edad y otras dependencias estatales puedan alinearse en post de ciudades más amigables con las personas mayores, que no son ni más ni menos que nosotros mismos dentro de unas décadas.
No sabemos si Jan Gehl tiene claro que las ciudades que son “buenas” y amables con los niños y los mayores son mejores para todos por ser un arquitecto de prestigio mundial o por estar al borde de los 80 años. Pero sí sabemos que en Argentina tenemos una oportunidad. Que no se nos pase.
Societies and cities "age friendly": a duty and an opportunity.
When the prestigious architect Jan Gehl visited Argentina in September 2015, on the occasion of the Biennale of Architecture, he left a sentence hanging in the air that reflected the innovative character had his work throughout his life. "A city designed for seniors or children under 8 years is a more liveable city for all", released Danish, endorsing, intentionally or not, the new paradigm "age friendly" that we think our society face to the future.The streets, squares, markets and public spaces all contribute to defining the social bond of those living in cities. A no minor role, especially if you consider that in Argentina, 8 out of 10 people live in cities: urbanization is one of the "big" sociodemographic characteristics of the country, a quality that will widen more and more.In 2007 the World Health Organization approved the policy framework for action "Friendly Cities for the Elderly", a kind of theoretical framework on which to think, design and implement the city in which we live and live our lives. In this sense, a "friendly" city for older people consider aspects such as green spaces and architectural barriers, transport, housing design, the degree of social participation of those who inhabit it, communication strategies, signaling and information and state services, private and civil support among others.Today there are more than 1,000 cities that make up the "Network elderly friendly cities" in the world. In Argentina, only the city of La Plata is part of this red.Para add more cities to this trend are key cross-sectoral integration and political will. The winds of change blowing in Argentina, together with concrete possibility of joint decisions between the City of Buenos Aires, Buenos Aires province and the nation, opening a huge opportunity.As never before, the possibility that the Ministries of Social Welfare, Health and Education, PAMI, the Ombudsman for the Elderly and other state agencies can be aligned in post friendliest cities with older people, who are not opened or more or less than ourselves within a few decades.We do not know if Jan Gehl is clear that cities are "good" and kind to children and the elderly are better for everyone to be a world-class architect or be on the verge of 80 years. But we do know that in Argentina have a chance. We can not pass.
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